lunes, 8 de junio de 2015

“Siempre llegamos tarde a los casos de maltrato infantil”

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  • Integrantes de la Sociedad de Pediatría denuncian la falta de respuestas integrales, de prevención y de castigo para los violentos. En 15 años, el Hospital de Niños atendió más de 2.500 casos de maltrato.
Silencio. Muchas veces, los niños no dicen lo que sufren porque están amenazados o porque tienen miedo de perder a la mamá o al papá.
Foto: Archivo El Litoral
Agustina Mai
amai@ellitoral.com
“Cuando el chico llega maltratado al hospital, se trata de una violencia reiterada, que viene desde hace tiempo y que no fue vista a tiempo. Siempre llegamos tarde a los casos de maltrato infantil, cuando el hecho ya fue consumado”, comenzó planteando Virginia Bonet, pediatra y secretaria del Grupo de Trabajo por los Derechos de los Niños, Niñas y Adolescentes de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), filial Santa Fe.
En el hospital de Niños Orlando Alassia todos los días se ven casos de maltrato, que llegan por diferentes vías. “Muchas veces se trata de una consulta encubierta: vienen porque el chico tiene fiebre, un dolor o porque no controla esfínteres, pero cuando el profesional descarta un problema fisiológico y las respuestas que obtiene no condicen con lo que ve, entonces hay que sospechar otra cosa”, continuó la pediatra.
Estas consultas encubiertas implican los casos más complejos, debido a todo un entramado familiar que suele ocultar el maltrato. “Muchas veces los chicos no dicen nada porque tienen miedo de perder a la mamá o al papá o porque están amenazados: ‘si hablás, tu padre se va a ir de casa’, los amedrentan. Pero cuando hablan, siempre les creemos. Después se verá si se trata de un maltrato o de un trato inadecuado, pero siempre se cree en la palabra del chico”, agregó Natalia Gamba, otra integrante del grupo de trabajo y secretaria de la SAP filial Santa Fe.
Ante la sospecha de un caso de maltrato, se debe evaluar el riesgo que corre ese niño. “¿Está a salvo en su casa? Es la pregunta que tenemos que hacernos para decidir si es necesario internarlo para preservar su integridad”, explicó la profesional. Si el niño es menor de 5 años se lo interna sí o sí para resguardarlo.
Formular la denuncia requiere un abordaje integral. “La denuncia por maltrato es una cuestión pesada porque, a partir de ahí, se va a desarmar una familia. Por eso, es fundamental el trabajo interdisciplinario para poder diagnosticarlo: no es algo que lo determine sólo el pediatra, sino que hay un trabajo compartido con psicólogos, neurólogos, psiquiatras, trabajadores sociales y, en los casos más graves, se recurre a la Subsecretaría de Niñez de la provincia”, detalló su colega.
Avances
Las pediatras coinciden en que los equipos de salud están más atentos a este tipo de situaciones. Además existen protocolos que establecen cómo actuar ante un posible caso, que son mucho más claros y los médicos los tienen más incorporados cuando se trata de abuso sexual infantil.
También perciben un cambio en las representaciones sociales en torno a los niños y sus derechos: “Hay más conciencia de que pegarle a los chicos no es beneficioso y que, por el contrario, los perjudica. Esto tiene que ver con la difusión que hacen los medios de comunicación y las propagandas contra el maltrato infantil”, aseguró Alicia Bártroli, otra pediatra que integra el grupo de trabajo de la SAP.
Finalmente, notan un mayor nivel de denuncia, aunque la respuesta de la justicia sea lenta o nunca llegue. “La Justicia no da un castigo acorde. Pero esto no le quita valor a la denuncia porque sirve para que el maltratador se sienta observado y cambie su conducta”, dijo Bonet.
Prevención

Las especialistas insisten en la importancia de la prevención, en tres instancias.
La prevención primaria busca anticiparse y evitar el maltrato. Para ello, deben evaluarse factores de riesgo y protectores. “Por ejemplo, si sabemos que la mamá -o el papá- tiene problemas de adicción, ahí hay que trabajar para evitar el maltrato. Esto no se hace”, denunció Bártroli.
Los pediatras pueden ayudar a cambiar una forma de mentalidad y conducta y fomentar el buen trato. “Cuando se observan prácticas de castigo corporal, como sacudidas, cachetazos, cintazos o amenazas, el pediatra debe sugerir métodos alternativos de disciplina”, planteó.
La prevención secundaria busca limitar el daño para que el hecho no se repita. “Es la posibilidad de darle al niño maltratado o abusado los recursos para poder defenderse e impedir que vuelva a ocurrir. Y en este momento, es la única prevención que podemos hacer”, señaló Gamba y reconoció como una deuda pendiente el concretar acciones para no llegar tan tarde.
“Los niños que murieron por maltrato tenían consultas previas. Pero como son consultas dispersas y con distintos profesionales, no se puede establecer una relación entre una consulta y otra ni tener un seguimiento”, indicó Bártroli.
Finalmente, la prevención terciaria propone que el niño maltratado pueda procesar su trauma para no repetirlo en su vida. “El 80 % de los niños maltratados repite estas conductas violentas”, detalló Bártroli.

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