Silvia Piceda y Sebastián Cuattromo estuvieron en Salta la semana pasada por el Salteñazo de visibilización y compromiso colectivo contra el abuso sexual en la infancia, organizado por la Red Papis (Proyecto de Asistencia Para una Infancia Segura). Ellos son los fundadores de la asociación civil "Adultxs por los derechos de la infancia", con sede en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), que está integrada por personas adultas que fueron víctimas de abuso sexual cuando eran niños, niñas y adolescentes (NNyA) y por quienes luchan por defender y acompañar en la actualidad a NNyA víctimas.
Silvia y Sebastián sufrieron este delito cuando eran chicos y se refieren a sí mismos como sobrevivientes y no como víctimas de abuso sexual. Eligen llamarse así, porque muchos de sus compañeros no sobrevivieron y están muertos por adicciones o por suicidios.
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Prefieren hablar de abuso sexual contra la infancia o en la infancia, en vez de abuso sexual infantil. Consideran que el adjetivo "infantil" lo hace parecer como si fuera una cosa de chicos. Aseguraron que el niño es víctima y que el abuso no tiene nada de infantil.
Luego de un encuentro que tuvieron con adolescentes de tercero, cuarto y quinto año de un colegio secundario de Salta, Silvia y Sebastián hablaron con El Tribuno sobre la urgencia de que se aplicara la ley de Educación Sexual Integral (ESI) en las escuelas para proteger a NNyA de este flagelo.
Se refirieron a los abusos eclesiásticos y a la protección de abusadores por parte de funcionarios del Poder Judicial. Expresaron la importancia de poner a NNyA en el centro de la escena, como sujetos de derecho. Hablaron de la necesidad de una ley para controlar a los abusadores cuando recuperan la libertad y de generar un control social para que no sigan ejerciendo poder sobre NNyA y personas vulnerables.
¿Cómo fue el encuentro con adolescentes?
Piceda: Fue muy lindo. Estaban muy atentos, hicieron preguntas interesadas, profundas. De este tema les hace tanta falta hablar a los chicos y a las chicas... Una ve la importancia de que la ley de ESI esté en las escuelas como un ámbito para que los chicos puedan hablar sobre sus vínculos, de las cosas que pasan en sus casas, un modo crítico de ver cómo son nuestros modelos de relación. Pensamos que tener poder sirve para agredir, para pasar por encima, para tener más derecho que el otro. Esto es lo que sucede en una relación de abuso. Un adulto, como tiene poder por ser adulto, lo utiliza para avasallar a un niño. Todo esto podría revisarse si la ley de ESI estuviera implementada dentro de las escuelas.
¿Los chicos contaron que no tienen ESI en su colegio?
P: Lo que nosotros vemos en todo el país es que la ley de ESI no se aplica. Tiene más de 13 años de haber sido sancionada y los adultos seguimos discutiendo entre adultos y negándoles el derecho a los niños al conocimiento, a tener información. Si nosotros reconocemos que la mayoría de los abusos son sufridos por los niños dentro de sus propios hogares, el ámbito de la escuela se transforma en el lugar fundamental para contar lo que les pasa y tener adultos que los protejan. Por eso, nos parece central la ley de ESI, como un marco de protección a la infancia en el ámbito escolar.
Los últimos años, en Salta, se conocieron muchos casos de abusos contra NNyA en el contexto de las iglesias.
Cuattromo: Mi historia (N de la R: Sebastián fue abusado cuando era niño por un sacerdote y profesor del colegio marianista en la CABA) y aquel juicio oral y público en 2012, en el que se logró la condena penal de quien había sido mi abusador más de 20 años después de ocurridos los delitos, dan cuenta de que en ámbitos confesionales católicos como ese impera una cultura autoritaria, violenta y de distintos tipos de abusos de poder en las relaciones entre adultos y niños. Una cultura, que ha tenido mucha cuestión disciplinaria y sancionatoria sobre los cuerpos y sobre las emociones de NNyA, que tiene que revisarse de manera crítica en profundidad, a fondo.
La unas semanas, en Salta, el juez Adolfo Figueroa sobreseyó al sacerdote José Carlos Aguilera, quien había sido denunciado por supuestos abusos, por prescripción de la acción penal...
P: Hay una ley en la Argentina, desde el año 2015, de respeto a los tiempos de las víctimas, que está vigente y que dice que los plazos de prescripción empiezan a correr a partir de que el niño o niña, siendo adulto, hace la denuncia. Es decir que, si yo tengo 50 años y hago hoy la denuncia, el tiempo de prescripción empieza a correr a partir de hoy, no a partir de cuando fue el evento. O sea, habla de la no prescripción del delito. Lo cierto es que los jueces, en muchos casos, eligen proteger al agresor. Las leyes penales eligen lo que es mejor para el reo, para el delincuente, la ley más beneficiosa, que es todo lo que había antes. Esa postura, que están tomando los jueces penales, deja desprotegidos a todos los niños víctimas. Más de una vez nos preguntan cómo prevenir el abuso sexual. Un modo de prevenir es saber dónde está un abusador y no dejarlo más en contacto con NNyA o personas vulnerables, porque sabemos que estos tipos van a seguir abusando.
¿A qué se refiere?
P: Este cura, cuya causa fue archivada por prescripción, no demuestran que es inocente. Es un abusador impune, porque se elige la ley que es más beneficiosa para el. Si la sociedad se olvida de que ese señor, en verdad, es un agresor sexual, estamos desprotegiendo a niños y niñas. De esto tenemos ejemplos groseros en la Iglesia católica. Un cura, que había abusado en Italia, fue llevado a Mendoza y, después, nos enteramos de que abusó en Italia, abusó en Mendoza... (N de la R: se refiere a los abusos ocurridos en el Instituto Próvolo). Vemos estos recorridos de los abusadores. El abusador va a seguir abusando siempre que tenga posibilidad. Por décadas lo hicieron con niños y niñas. Esto la sociedad lo tiene que saber.
¿Qué hay que hacer para que no haya más víctimas?
P: Tendría que haber una ley para que se controle a estas personas cuando recuperan la libertad, tras cumplir su condena. Que se los inserte socialmente en situaciones laborales donde, como comunidad, tengamos la garantía de que no están de nuevo en situaciones de poder con respecto a chicas y chicos y personas vulnerables. Ese control también tiene que ser ejercido por la sociedad. Tiene que haber un control social, un no permiso, poniendo el eje en la protección de la infancia. Ese es el bien superior a todo lo demás. Los tipos no paran.
¿Por qué?
P: El abuso sexual es un abuso de poder. No tiene que ver con la sexualidad. Tiene que ver con que "lo hago porque puedo, porque tengo poder". Es importante que la sociedad esté reatenta y que sepa que, aunque el tipo tenga 90 años, va a seguir abusando. Más allá de lo que el Poder Judicial haga, lo que vamos a hacer como sociedad es saber que están, alejarles los pibes y que los chicos puedan contarnos y nosotros, creerles siempre a las víctimas. Es un cambio social el que hay que hacer.
El ámbito donde más ocurren los abusos contra NNyA sigue siendo el familiar...
P: A nivel intrafamiliar, cuando una víctima habló y dijo: "Mi hermano me abusó, mi papá, mi primo, el vecino me abusó hace 10 o 20 años", más allá de lo que haga el Poder Judicial con esa denuncia, la familia también tiene responsabilidades, porque tiene que saber que hay una víctima y un victimario. El amor, el respeto y el cuidado tienen que ir hacia la víctima. No nos cabe duda. Si con ese victimario yo hago como que no pasó nada y sigue en contacto con NNyA, yo, a partir de que lo sé, soy cómplice de los nuevos abusos. Sea esa persona mi marido, mi hijo, mi hermano, yo soy responsable a partir de que sé la verdad. Con nuestro testimonio, tratamos de decir que los adultos debemos terminar de ocultar. En el ocultamiento y el silencio, al único que beneficiamos es al agresor y garantizamos que los abusos pasen de generación en generación.
¿Qué recomiendan?
C: En ámbitos, como la Iglesia católica o cualquier estamento de la sociedad adulta, buscamos que se ponga a la infancia en el foco de la escena. Si empezamos a pensar las cosas desde la infancia, desde sus derechos, desde sus necesidades, de cómo cuidarla, de cómo protegerla, ahí surgen solos los distintos caminos que tenemos que transitar como sociedad adulta para protegerla frente a este delito. Vemos que hay un gran énfasis en lo adultocéntrico: se piensan las cosas desde nuestros intereses como adultos, desde nuestras necesidades. Un verdadero cambio profundo sería poner en primer plano, en el lugar de máxima jerarquía, a la infancia, desde un paradigma como sujetos de derecho. Nosotros, como adultos, somos fieles a la niña o niño que fuimos y testimoniamos lo que esa niña o niño sufrió. Creemos que ese es el camino para transformarnos en el presente en adultos empáticos, solidarios y protectores de la infancia de hoy. Son caminos incómodos, dolorosos. Por eso, muchas veces preferimos evitarlos, soslayar y seguir como si nada.
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