La revelación de varios casos de abuso infantil hizo que la problemática ocupara esta semana un importante espacio en la agenda pública y las conversaciones en las redes sociales, especialmente porque estuvieron implicados profesionales de instituciones públicas que debieran estar al cuidado de los pequeños.
En Roca, se multiplicaron las denuncias contra un docente de secundaria acusado de manosear a sus alumnas. Las denuncias, que ya llegan a 18, surgieron tras la enorme repercusión pública que tuvo una acusación el año pasado contra un docente de primaria hecho por una nena durante una clase de Educación Sexual Integral (ESI) que derivó en otras denuncias de otras alumnas, lo que implicó la separación y procesamiento del maestro. Hubo fuertes reproches de los padres contra los directivos de la escuela de Stefenelli y Educación por no haber actuado ante advertencias realizadas en el 2015 contra el ahora imputado. La ministra del área Mónica Silva se defendió planteando que “nunca han mirado para el costado” en esta materia y que si se realizan denuncias en escuelas y secundarios es porque funcionan los protocolos establecidos y los chicos tienen “la confianza suficiente” para hablar temas hasta hace poco tabúes, gracias a la implementación de la ESI. Desde el 2014 hubo 17 docentes destituidos por abuso o acoso sexual en aulas de la provincia.
Otro hecho afectó de manera indirecta a Río Negro e implicó al ámbito de la salud pública. Un pediatra del hospital de niños Garrahan fue detenido por producir y distribuir pornografía infantil con imágenes captadas en su servicio. En la investigación de la red de pedofilia que integraría hubo allanamientos en todo el país, incluyendo uno en Choele Choel que habría dado resultados positivos, con personas imputadas.
Combatir el abuso sexual a niños no es tarea fácil. En el 80% de los casos el perpetrador es un familiar o integra el entorno cercano del pequeño. Los pedófilos eligen a sus víctimas en el propio hogar o instituciones como escuelas, clubes, hospitales o iglesias, donde podrán estar a solas con los chicos en una situación de poder y pueden crear mecanismos de silencio e impunidad para ocultar sus crímenes aberrantes. Las nuevas tecnologías les proporcionan más herramientas para acercarse a ellos a distancia mediante mecanismos como el grooming.
Por ello, que la investigación y difusión masiva de hechos, la educación sexual y la toma de conciencia en padres y profesionales hayan alentado a muchas víctimas a hablar de lo sucedido ha sido un importante primer paso para comenzar el proceso de sanciones y reparación del enorme daño producido a niños y adolescentes. Sin embargo, todavía queda mucho camino que recorrer para que nuestras instituciones puedan estar alertas, prevenir y actuar rápidamente ante estas situaciones. Desde que se implementó en el 2016, la línea nacional gratuita 0800-222-1717 del Ministerio de Justicia recibe siete reportes diarios sobre abuso sexual infantil. Según un informe realizado por autoridades nacionales a fines del 2018, cada año casi 3.000 niños/as y adolescentes ven sus derechos vulnerados por casos de abusos sexuales o violaciones, muchos de los cuales terminan en embarazos no deseados. El documento presentó también una serie de indicadores útiles para la detección temprana de este tipo de situaciones en ámbitos como las escuelas, accionar de la policía, organismos de desarrollo social, centros de salud o la Justicia y pautas sobre cómo actuar con celeridad ante la menor señal de posible comisión de este tipo de delitos y brindar información sobre el acceso a la interrupción legal de los embarazos producto de violación o abuso.
Más que un incremento de hechos, la mayor visibilización del abuso infantil ha generado una brecha entre el despertar de la sociedad ante el problema y las respuestas del Estado, a menudo insuficientes y tardías. Prevenir con educación e información y capacitar a los agentes estatales y responsables para actuar con celeridad ante los primeros indicios de abuso siguen siendo tareas pendientes para proteger a nuestra infancia agredida y vulnerada.
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