domingo, 22 de noviembre de 2015

Contra el abuso infantil


http://m.lavoz.com.ar/editorial/contra-el-abuso-infantil

El drama del abuso de niños tiene números y actores: en Argentina, uno de cada cinco menores es abusado por un familiar directo antes de cumplir 18 años.

Los datos fueron difundidos por la Fundación para Estudio e Investigación de la Mujer (Fein), sobre la base de investigaciones propias y algunos informes de organismos vinculados con el tema, ya que el país no cuenta con estadísticas oficiales a nivel nacional.

El abuso sexual constituye uno de los crímenes más macabros que se pueden cometer contra un niño. El otro es la violencia doméstica. 

En ambos casos, quien debe cuidar, proteger y amar hace exactamente lo contrario: abusa. Las consecuencias que esa truculenta transformación provoca en las víctimas son terribles.

Pero cuando la sociedad y el Estado no les prestan atención a esas víctimas, el drama se potencia. Cualquier menor abusado ha debido soportar muchos años de silencio, en medio de las peores amenazas formuladas por su abusador.

Ese silencio se amplifica cuando se toma conciencia de que el Estado no dispone de los medios indispensables para posibilitar que las víctimas hablen, receptar sus denuncias y contenerlas, a través de programas concretos que apunten a subsanar los daños, condenar a los abusadores y, en simultáneo, trabajar a favor de la prevención.

Como dice la introducción del informe, el silencio es la principal arma de los abusadores. Por eso la sociedad no puede quedarse callada ante semejante flagelo. Por el contrario, debe hacer escuchar su voz ante los distintos niveles del Estado y presionar para que las autoridades definan –sin dilación alguna– un amplio programa de acción que exprese, de manera racional, objetivos de corto, mediano y largo plazo que sean el centro de una campaña pública de concientización a la que puedan sumarse distintos actores de la sociedad civil.

Ese programa debe comprometer y sensibilizar a las fuerzas de seguridad, a los servicios públicos y privados de salud, al campo docente y al ámbito judicial, para que todos, por igual, aprendan a escuchar sin prejuicios la palabra de los niños, así como a reconocer en sus conductas su proximidad con este flagelo.

Porque si en esas instancias no se presta atención a lo que les pasa y se desvaloriza lo que dicen –con o sin palabras–, se los vuelve a victimizar una y otra vez.

Y si en las ocasiones en que la víctima se anima –de manera consciente o inconsciente– a buscar ayuda, el resultado es que no se le cree o no se alcanza a comprender el peso de lo que intenta expresar, creerá que no hay salida posible porque no encuentra nadie en quien confiar.

Comprometernos con un proyecto semejante sería una forma de expresar nuestro compromiso con la vida.

viernes, 20 de noviembre de 2015

Unas 20 personas marcharon contra el Abuso Sexual Infantil


A las 20.00, la movilización de escasa convocatoria en medio de un día de lluvias y tormentas, partió desde la Fiscalía hacia el Concejo Deliberante por calle Mitre, ascoltada por patrulleros de la Policía Local y un móvil de la Patrulla Preventiva.
La convocatoria fue efectuada por la Mesa Local de Violencia y Abuso Infantil que durante la movilización insistió en la necesidad de proteger a niños, niñas y adolescentes víctimas de abuso sexual, cárcel para los abusadores y un registro único de violadores, además del cumplimiento del Protocolo vigente por ordenanza desde el año 2012. 
Al llegar a las puertas del Concejo Deliberante, la referente de la Mesa Noemí Bordoy leyó un documento final en el que habló del "éxito de la convocatoria": "Decimos éxito porque sabemos que en ustedes están representadas muchas familias e instituciones. Hoy 19 de noviembre conmemoramos el día mundial de la prevención del abuso sexual infantil contra niños, niñas y adolescentes".
Bordoy explicó que "La Mesa (Local de Violencia y Abuso Infantil) es abierta, ad honorem y pueden integrarla quienes lo deseen y tienen como fin hacer cumplir este Protocolo", que rige con caracter de ley municipal. "Debemos decir que hemos avanzado mucho en lo que refiere la instalación de la Comisaría de la Mujer pero quedan muchos puntos de este Protocolo sin cumplir", manifestó.
"Hemos retrocedido en lo social y en la política de estado. Se ha hecho la vista gorda ante delitos aberrantes desde educación, desde el Servicio Local, la Policía, y en esto reconocemos que hay gente comprometida y que no podemos meter a todos en la misma bolsa. Pedimos que quien no se siente capaz o capacitado de un paso al costado. Hay falta de contención, de seguimiento de muchos casos y eso pudo haber prevenido muchos delitos", denunció.
Además reclamó que los organismos intervinientes en casos de violencia de género y abuso entreguen las estadísticas correspondientes: "Nosotros queremos las estadísticas para poder publicarlas todos los 25 de noviembre y de esa manera cumplir con la ordenanza que indica que hay que unificar las estadísticas. Años tras años las pedimos a Fiscalía, a Desarrollo Humano y sólo las hemos recibido desde la Comisaría".
"Pedimos a la sociedad más compromiso. Que denuncie los casos que conoce. Si hacemos esto quizás salvemos una vida, quizás evitemos una violación. Pedimos a los Jueces y a los Fiscales que cumplan con la figura de la identidad reservada de los denunciantes y que los protejan", sostuvo.
"Pedimos que no cierren las causas, que no las archiven antes de haber investigado. Tenemos fiscales archivadores en San pedro. Pedimos profesionales capacitados, que cumplan con la Ley y la Ordenanza todos los efectores que deben integrar la Mesa", concluyó Bordoy, que se comprometió a mantener siempre la instancia de diálogo abierta desde la Mesa.
En la marcha estuvieron presentes integrantes de la Mesa, allegados a víctimas de abuso, la Concejala electa Florencia Sánchez Kasta, la titular del Rotary San Pedro Analía Parolín e integrantes del Movimiento de Mujeres Minerva Mirabal y Libres de Miedo.

sábado, 14 de noviembre de 2015

No es película


En Santa Fe un padre rescató a su hija de una red de trata de personas: viven amenazados


La chica tiene 18 años y fue secuestrada en enero. Ocho meses después pudo llamar al padre. Y él fue a sacarla de un prostíbulo rutero de Santiago del Estero. En tres oficinas policiales no lo ayudaron y en la Justicia miraron para otro lado.


Setecientos kilómetros de madrugada manejó Mario Gamarra en un coche viejo para rescatar a su hija Romina, cautiva en un prostíbulo rutero de Santiago del Estero. Contrajo deudas por unos cuantos pesos para pagar la nafta, ya que las flores que vende en el cementerio municipal de Santa Fe no dan para tanto, y tuvo que sacar coraje de donde no creía tenerlo. Con todo en contra, igual logró encontrarse con la chica y llevarla de vuelta a casa junto con una amiga, que estaba en iguales condiciones de esclavitud.


Pero el viaje de Mario no terminó ahí. Se enfrentó con tres oficinas policiales diferentes, a cual más incrédula, para pedir una protección que no llegó. Tuvo que oír el relato de su hija, quien tras ser secuestrada pasó ocho meses siendo prostituida en cabarés de tres provincias distintas, y ver cómo la Justicia miraba para otro lado. Convivir con las amenazas de los captores se le hizo habitual. Tal vez lo único que no esperaba fue el giro que tomó la historia en estos días: María Cristina Ojeda, la chica que había rescatado con Romina, desapareció de su casa, reapareció para decir que todo era falso, y volvió a desaparecer.



Nadie, ni siquiera Mario, cree que lo de María Cristina sea normal. El ministro de Gobierno santafesino, Roberto Rosúa, dijo a Clarín que todo indica que la chica está "bajo presión de los proxenetas". Legisladores nacionales y provinciales hablan de lo mismo. El abogado de los Gamarra, Guillermo Strazza, está convencido de que la joven está en poder de los captores. El Ministerio del Interior ya ofreció su apoyo a la familia y el Programa Nacional Anti—Impunidad del Ministerio de Justicia la asesora.



Sin embargo, María Cristina sigue desaparecida y Mario continúa conviviendo con los secuestradores de su hija, a pesar de que hay tres órdenes de captura vigentes. Allí, en el humilde barrio santafesino, se mezclan aquellos que la Policía debería estar buscando con las historias de ocho chicas a las que se les perdió el rastro. "Desde hace 15 años, la zona es un 'criadero' para la trata de personas: exportan mujeres en lugar de futbolistas", señala el abogado Strazza.



A sus 40 años, fatigado de su trabajo de florista ambulante en el cementerio, Mario recién abrió los ojos a esta realidad cuando la desaparición de la mayor de sus tres hijos se la puso delante. La chica, una morocha de 18 años que cursaba cuarto del secundario, venía comentado que un vecino la acosaba. Pero nada más.



El 13 de enero último, las cosas cambiaron. Según se enteraría Mario, Romina volvía a su casa con su hermano de 15 años cuando ese vecino que la acosaba bajó de un auto, la encañonó y se la llevó entre amenazas.



A partir de ahí, a la hija de Mario se le acabó la juventud. "La buscamos por todos lados, pero sólo había rumores", cuenta el florista a Clarín por teléfono. El testimonio que daría luego la chica dice que durante un tiempo la mantuvieron retenida a 30 cuadras de su casa, siempre amenazándola con matar a su hermano. Y que luego su captor la llevó a la misma comisaría donde sus padres habían denunciado su desaparición para que dijera que estaba bien.



Después, a Romina la llevaron a una whiskería de la localidad bonaerense de General Rodríguez, para obligarla a trabajar como prostituta. Ahí, contó, vio a policías que pasaban a cobrar comisión y a un político local. También se encontró con seis chicas santafesinas que, aseguró, estaban como ella: esclavizadas, durmiendo en cuartos con rejas y atendiendo clientes a toda hora.



A fines de febrero la llevaron a un local ubicado sobre la ruta 9, en Bell Ville (Córdoba), donde halló más santafesinas. De ahí, dijo, la pasaron a la whiskería "Negro el 20", en la ruta 51 de La Banda, Santiago del Estero. Un mes en cada lado, y a rotar. Hasta que se cruzó con un piadoso que le permitió llegar a su padre.



Romina le contó a un cliente lo que pasaba y éste le consiguió un celular para que, el 13 de setiembre, llamara a su familia. "Dijo que estaba en La Banda, que la fuera a buscar", recuerda Mario. "No dudé. Cargué nafta y cargué a mi pibe para que me lea los carteles de la ruta, porque tanto no sé leer", explica. "Iba re cagado".



La chica le había pedido que estuviera en la esquina de la whiskería a las 3 de la mañana. "Yo no le quería fallar. Salimos a las 7 de la tarde y llegamos allá a las 2.30. Pero en el camino se me acabó la tarjeta del celular y quedamos incomunicados", señala. "En eso nos paró la Policía y les dije: 'Ando paseando por acá', y nada más. No podía confiar".



Mario por fin pudo hablar con Romina desde un público. "Nos dijo que no podía a las 3, que había mucho trabajo y la estaban controlando, que esperáramos a las siete y media que llegaba la chica de la limpieza", apunta.



Mientras Romina soportaba un poco más, Mario se preparaba. "Paré enfrente, hice como que se descompuso el auto y puse balizas", repasa. "En eso el nene mío la vio. Y yo veo que salta la tapia con la otra piba (María Cristina Ojeda) y atrás venía un gordo con un fierro". Las chicas habían empujado a la de la limpieza en la puerta. "Arranqué cagando".



A Mario se le aceleraba más el corazón que el auto. Así manejó 300 kilómetros hasta Palo Negro, en el límite de Santiago. "Puse la denuncia y pedí custodia. Me dijeron que no, que esto y aquello. Llamaron a la Policía de Santa Fe y me reprocharon que no había ido ahí. ¿Qué posibilidad de vida me daba hacerles la denuncia a ellos? Ahí nos fuimos hasta Ceres. Yo hacía 24 horas que no dormía, y el milico de ahí me tomaba como que yo había hecho una joda. '¿No tenía otra comisaría para ir?', me decía".



Al fin, llegaron. Romina volvió a casa y María Cristina se reencontró con su hijito de 3 años. Ambas se presentaron entonces ante el juez provincial Diego de la Torre, quien pidió la captura de Martín "Chino" Núñez, de un primo suyo y de Juan Osuna, señalado por Ojeda como un hombre que la habría seducido para meterla engañada a trabajar como esclava en las whiskerías. 



Las detenciones nunca se concretaron, pero Mario y su familia empezaron a recibir amenazas. La causa pasó a la fiscal federal Griselda Tessio y a las pocas horas, el domingo pasado, María Cristina desapareció. Distintos testigos la vieron acompañada por uno de los prófugos buscados por la Justicia, por lo que se lanzó una campaña para hallarla.



La chica reapareció el martes: acompañada por un misterioso abogado, le dijo a la fiscal Tessio que todo había sido mentira, que no la tenían cautiva. Lo mismo repitió a un diario local y agregó que Romina miente. Enseguida, volvió a desaparecer.



Nadie cree que María Cristina esté bien. "Me siento mal al ver esto, porque yo la traje haciéndole una gauchada. Estaba tan agradecida...", dice Mario. "Esperemos que esto se vea en la Justicia", se esperanza. Y vuelve a juntar sus flores para vender.