Abuso sexual infantil, un drama social que genera temores, angustia e interrogantes
Cada año se conocen nuevos casos estremecedores. Recomiendan hablar del tema para tomar medidas en el asunto
09 de Junio de 2015 | 02:40
Por AGUSTINA MUSSIO
Una de cada cuatro niñas y uno de cada seis niños sufren de algún tipo de abuso sexual. Estas cifras fueron avaladas por Unicef y reflejan la dramática situación que atraviesan los países occidentales. En La Plata la situación no es menos alarmante: de 2013 a 2014 aumentaron en un 10% los casos con estas características que se registraron en la Dirección General de Niñez y Adolescencia de la municipalidad.
Cada año se conocen más y nuevas situaciones de abuso sexual infantil y crecen las estadísticas en este sentido. Sin embargo, los especialistas no lo atribuyen a un aumento de casos, si no al resultado de las campañas que apuntan a visibilizar la problemática y a crear espacios de denuncia accesibles a las víctimas.
Aunque en Argentina no existen datos oficiales, se estima que 1 de cada 5 niños y niñas son abusados antes de los 18 años
A pesar de estos avances, se estima que aun hoy la mayoría los casos que suceden permanecen ocultos. Según un estudio realizado por el servicio de Adolescencia del Hospital Cosme Argerich, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en el 60% de las situaciones no se realiza la denuncia y sólo un tercio de los chicos afectados pide ayuda.
Sebastián Cuattromo, que ahora tiene 38 años y forma parte del colectivo “Adultos por los derechos de la infancia”, durante 10 años mantuvo en secreto los abusos sexuales que padeció en su pubertad. El primero ocurrió cuando tenía 12 y cursaba el final de séptimo grado, y se extendieron durante el primer año del secundario. El agresor: un cura-docente del colegio Marianista al que asistía, y al que finalmente condenaron a 12 años de cárcel.
“Fui educado con una cultura machista y creía que si pedía ayuda en vez de protegerme me iban a destruir”, cuenta Sebastián, y recuerda que en esa época había estallado el caso del “Bambino” Veira (fue condenado por intento de violación a un menor): “Cuando iba a la cancha escuchaba los cánticos que bromeaban sobre el tema. Era terrible. Sentía que no lo podía contar”.
¿POR QUÉ LOS CHICOS CALLAN?
A veces el silencio se instala porque los abusos suceden dentro del núcleo familiar y provienen de una persona de confianza de la víctima. “En un 90% de los casos los agresores tienen una relación cercana al niño y a su entorno. Pueden ser tíos, padrastros o los propios padres”, describe Carolina Martín, de la Dirección General de Niñez y Adolescencia de la municipalidad de La Plata, y cuenta que en algunas situaciones las madres optan por proteger al abusador o realizan una primera denuncia pero después no quieren seguir con la causa porque el agresor es la persona que alimenta a la familia.
El miedo, el sentimiento de culpa y la vergüenza también conducen a ocultar el abuso, según la guía que elaboraron la fundación FEIM (Fundación para el Estudio e Investigación de la Mujer), la AAMCJ (Asociación Argentina de Mujeres de Carreras Jurídica) y Salud Activa para ayudar a las familias que deben intervenir ante una situación de abuso sexual infantil o adolescente.
Los especialistas que elaboraron el estudio explican que los niños que son víctimas de abuso sexual en forma reiterada desarrollan lo que denomina “indefensión aprendida”: como sus intentos por evitar el abuso no surten efecto, dejan de intentarlo y con el tiempo pueden asumir el rol de pareja del agresor. Como causa de la manipulación y las amenazas a las que son sometidos guardan “el secreto” y evitan la revelación.
“Es un problema masivo que atraviesa a toda la sociedad, y es fundamental darle visibilidad para que nos hagamos cargo”
“El abuso sexual en la infancia es uno de los problemas de violencia más invisibilizados porque ocurre en el seno de las familias por parte de familiares directos del niño/a o por amistades directas. Ademas el abusador genera un pacto de confianza y de secreto con las víctimas y estas se callan por vergüenza, por temor y sentirse culpables y por lealtad a quien los abusa”, señala Mabel Bianco, una de las autoras del estudio.
A nivel mundial, Unicef estima que 1 de cada 10 niñas son víctimas de violencia sexual, y según el Consejo de Europa, 1 de cada 5 niños/as en Europa sufren de abusos sexuales. En Argentina no existen datos oficiales, pero se estima que también 1 de cada 5 niños/as son abusados por un familiar antes de los 18 años.
“Es un problema masivo que atraviesa a toda la sociedad, y es fundamental darle visibilidad para que como adultos nos hagamos cargo de lo que sucede”, dice Sebastián Cuattromo, y lamenta que el abuso en la infancia continúe siendo “un tema tabú”.
Aunque la mayoría de los estudios indican que las niñas son las principales víctimas (en un 70% aproximadamente), también los niños sufren este tipo de agravio.
En Argentina, la familia es el principal ámbito donde se da la violencia sexual, según señalan en la guía que aborda la problemática. El 55% de los abusos suceden en la propia casa o en la de los abuelos, y sólo el 16% de los chicos pide ayuda. Los que callan sienten vergüenza, tienen miedo a ser señalados o a sufrir represalias de sus agresores.
De acuerdo al informe, de cada 1.000 abusos que se comenten se condena a uno solo: las penas se aplican, generalmente, cuando el agresor es de bajos recursos económicos. La mayoría de los casos que suceden en la clase media y alta permanecen en la impunidad, según señalan los especialistas, que sostienen que la problemática atraviesa a toda clase social, y no siempre es fácil de detectar.
POSIBLES INDICIOS DE ABUSO
“Es muy importante que los padres estén atentos a las conductas de los chicos: temor a los adultos, exhibición de órganos sexuales o conocimiento de hechos no habituales, llanto e irritabilidad, rechazo a algún adulto, si vuelven a hacerse pis encima, pesadillas y otras manifestaciones . Frente a estas cosas hay que tratar de hablar y escucharlos”, dice Bianco.
Las manifestaciones de los niños abusados pueden variar de acuerdo a las formas del agravio, la frecuencia, el nivel de intimidad y de vinculación emocional con el agresor. Según un estudio realizado por Save the Children, “las niñas tienden a presentar reacciones ansioso-depresivas; los niños fracaso escolar y dificultades inespecíficas de socialización, así como comportamientos sexuales agresivos”.
Para que exista abuso sexual infantil no es necesario el contacto físico: el adulto puede mostrarle fotografías o películas pornográficas o hacerle presenciar escenas sexuales que no son adecuadas para su edad, o pedirle que toque sus partes íntimas o las de alguien más.
Desde el sitio “Vamos a crecer”, del Ministerio de Salud señalan que para prevenir el abuso es importante conversar con los chicos, enseñarles a pedir ayuda y alentarlos a hablar de cualquier tema que los preocupe o los haga sentir incómodos.
Recomiendan hablar con los niños y niñas sobre sexualidad y privacidad. Enseñarles cuáles son sus partes íntimas y explicarles que nadie tiene por qué verlas o tocarlas. Cuando son más grandes, se les debe enseñar que al baño se va solo y los adultos no tienen porqué acompañarlo.
Como la mayoría de los abusadores son personas que tienen confianza y cercanía con los niños. Especialistas aconsejan contarles que los todos adultos pueden equivocarse y pedirles cosas que están mal.
Desde el Ministerio de Salud, señalan que los niños deben saber que algunos secretos no se deben guardar y que pueden contar cualquier situación que los haga sentir incómodos o los incomode.
“Es importante enseñarles a cuidar el cuerpo propio y hablarles sobre la privacidad”, dice Alfonsina Basso, psicóloga del servicio local de guardia de Niñez y Adolescencia, y remarca que las situaciones de abuso bajo ningún caso se deben callar.
En cuanto a la actitud que deberían adoptar los padres, Bianco afirma: “Nunca dudemos de la palabra de los niños. Y si dudamos, averigüemos pero no les digamos no les creemos porque quedaran en silencio y eso los perjudica”.
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